Pese a los cambios en nuestra sociedad, la crianza de los hijos sigue siendo un tema fundamental para Dios.

En el presente son muchas las causales que han llevado al deterioro de la conducta de los hijos.

Uno de ellos es la falta de obediencia, la cual sigue siendo una pieza fundamental en el programa divino para las familias.

Si se consigue la obediencia de los hijos hacia los padres tan pronto se les habla, se habrá logrado bastante.

Enfatizando lo espiritual por encima de todo

La palabra de Dios nos enseña que el espíritu del individuo permanece aún después de su muerte.

Por tal razón, trabajar lo espiritual con nuestros hijos debe ser nuestro principal blanco en la vida, ya que cuando éstos mueran, la condición espiritual en el cual murieron permanecerá por el resto de la eternidad, la cual no tendrá fin.

Cada ser humano incluyendo nuestros hijos terminará en uno de estos dos estados: gozo eterno en la presencia del Señor, o sufrimiento eterno alejados de Dios para siempre en el infierno.

Pero tristemente la gran mayoría de los padres están criando hijos con mayor énfasis en las cosas temporales y muy pocos piensan en la crianza de los hijos para la eternidad.

El mayor afán de muchos es que sus hijos tengan la mejor educación para que consigan el mejor trabajo posible, la mejor casa, un buen carro, un buen seguro de vida, todo lo cual es bueno, si bien son todas cosas temporales.

Es muy importante reconocer si no se está enfatizando lo espiritual como lo prioritario por encima de todo. Cuando uno reconoce que ha fallado y que necesita ayuda, es más fácil recibir tal ayuda de parte de Dios.

Es importante que los padres estén en búsqueda de lo espiritual primeramente teniendo a Dios en sus vidas, para que luego los hijos también lo obtengan. Pero si la mentalidad de los padres es mayormente hacia lo temporal ¿a dónde quedará la crianza de los hijos en línea con lo espiritual, lo divino, lo eterno?

¡No hay nada más valioso que los padres puedan hacer que servir de canales a sus hijos para su permanente estadía con Dios en la eternidad!

Los padres primero deben alinear sus vidas con Dios

La crianza de los hijos debe ser según Dios y no según criterios personales o aquellos que dictamina la sociedad. Esto requiere que ambos padres tengan cierta condición espiritual al laborar en la crianza de los hijos, para lograr los efectos que Dios desea.

En Deuteronomio 5:29 leemos:
!Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!

En otras palabras, Dios está deseando bendecir a todo ser humano, a los padres como a los hijos.  Por lo tanto, primero los padres debemos conseguir tal corazón como de temer a Dios y guardar sus mandamientos.

Pero muy distinto a lo que se proyecta hoy en día religiosamente hablando, esto es mucho más que solamente leer la biblia, rezar y asistir a una iglesia cuando uno pueda.

Para el logro de aquel corazón que tenga temor a Dios y ponga en práctica sus mandamientos, se requiere de una verdadera obra de salvación.

¿Están ustedes papá y mamá viviendo una vida santa y obedeciendo a Dios en todo lo que él les ha mostrado? ¿Están sus vidas totalmente libres de pecado?

De forma normal, nuestros hijos seguirán nuestros pasos

Cuando una persona está verdaderamente vinculada con Dios, su corazón está dispuesto a seguir las instrucciones divinas de manera consistente ya que es él quien determina las directrices para una crianza de verdadero éxito, tanto en lo temporal, como en lo eterno.

Fue Dios quien creó a la raza humana y quien efectivamente puede lidiar con los desajustes de la misma. Por ende, si los desajustes persisten es porque no se ha dado cabida a la solución que proviene de parte de Dios.

Una verdadera experiencia de salvación es aquella que produce un cambio en la vida y en la mente del ser humano.

Cuando esto se da entonces los padres podrán recibir las instrucciones divinas para una crianza de éxito para que al ejercerlas consistentemente se logren los resultados deseados.

La siguiente porción en Proverbios 22:6 ratifica el asunto del camino al decir: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

El camino al cual hace referencia en esta porción no es otro que el divino, el espiritual, no aquel impuesto por la sociedad o el que se amolda al intelecto humano.

No en vano Isaías 55: 6 – 9 dice lo siguiente: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

Aquí vemos lo siguiente:

  • Si usted deja el camino del pecado Dios será amplio en perdonarle
  • Los caminos de Dios son muchísimo más altos que los del humano
  • Los pensamientos de Dios son muchísimo más altos que los pensamientos humanos

Por consiguiente:

  • Instruir a nuestros hijos en el camino de Dios es llevarlos por aquella senda que es muy superior a lo que humanamente se conoce.
  • La idea es realizar la crianza de los hijos de tal manera que adopten las características del Señor: el amor, el gozo, la paciencia, la paz del Señor, etc.
    ¡La posesión de estos elementos a lo largo de la vida de nuestros hijos los mantendrá con éxito a través de sus vidas!
  • Los logros seculares que Dios permita a nuestros hijos conseguir tendrán sentido cuando sus vidas estén verdaderamente empotradas con él, cuando verdaderamente logren establecer a Dios como prioridad sobre todo, pero no solamente en palabras, sino de verdad.

¿Pero qué dice la biblia sobre la crianza de los hijos?

Corrija a sus hijos desde temprano

Proverbios 13:24 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”.

En esta porción vemos que hay una relación estrecha entre el amor a nuestros hijos y el castigo por la corrección.

De nada vale decirles a nuestros hijos cuánto los amamos y complacerlos en la adquisición de regalos y premios si no somos capaces de ejercer el debido castigo cuando se requiera.

Presentemente hay muchas malas actitudes de parte de los niños que se están dejando pasar, es decir no se están lidiando con la debida firmeza para su total erradicación.  Y muchas de estas malas actitudes y comportamientos se desarrollan desde que los niños son muy pequeños; sin embargo, son motivos de risas por parte de los padres y adultos quienes dicen: “¡Ay, él sí es tremendo!”.  Al actuar o pensar así, no se dan cuenta que al pasar por alto tales comportamientos y no corregirlos desde temprano, se está criando y alimentando a un pequeño monstruo que a la postre será un tremendo dolor de cabeza para los mismos padres.

crianza de los hijos
Tenga cuidado con la expresión de malas actitudes en los niños

En Proverbios 22: 15 vemos que: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él”.

He aquí una de las razones principales de ejercer corrección hacia nuestros hijos desde temprano.

Esta razón tiene que ver con la necedad ligada a sus corazones.  Aquí la palabra corazón implica la parte central de su centro de operaciones, su espíritu, su corazón, aquel lugar donde se alberga lo que el individuo más desea.

Allí es donde encontramos la necedad. ¿Y cuál es el antídoto que lo alejará según la porción?: La vara de corrección.

La palabra vara no necesariamente implica un objeto físico, si bien éste será necesario usar de tiempo en tiempo. Aquí la palabra vara también puede entenderse como el cetro que los reyes usaban para denotar autoridad.  Y en el caso de un pastor de ovejas, la vara que denota autoridad sería su cayado, el cual también usa para salvaguardar a las ovejas.

La idea es que hay una autoridad que necesitamos ejercer mientras forjamos a nuestros hijos según Dios en esta vida. Y no es de menos el ejercerla, máxime cuando como producto del pecado nuestros hijos nacen con la necedad ligada a sus corazones. ¡Pero no olvidemos que nosotros también nacimos con aquella necedad ligada a nuestros corazones!

Dios resalta como importante la corrección y el castigo a nuestros hijos

En la palabra de Dios hay una línea a seguir sobre cómo instruir a nuestros hijos.

Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.

Proverbios 22: 15 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él”.

Proverbios 13:24 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”.

Proverbios: 19:18 “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo”.

La lógica humana no siempre acepta ni se alinea con la proyección divina en cuanto a la corrección y al castigo.

Pero consideremos que hay muchas instancias y porciones en la palabra de Dios en donde la lógica y el razonamiento humano tampoco encajaban con la divina, sin embargo, Dios siempre demostró tener la razón.

Cuando se trata de la corrección a los hijos, la humanidad ha desplazado la sabiduría divina para imponer su sabiduría humana; pero tenemos que aceptar que la falta de resultados al hacer caso a la sabiduría humana es extremadamente inferior a los resultados que se tendrían al hacer caso a la sabiduría divina.

La biblia está repleta de ejemplos que exaltan la sabiduría de Dios por encima de la humana. Por eso conviene no detener el castigo ni la disciplina a nuestros hijos.

Cuando detenemos el castigo a nuestros hijos no los amamos como creemos. En Proverbios 13:24 dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”.

Necesitamos entender que nuestro deber es corregir consistentemente a nuestros hijos en amor todo el tiempo posible. Es decir, no dejarles pasar ni una mala conducta, ni una mala actitud o palabra y ser consistentes con cada oportunidad de corregir las necedades que los vemos hacer.  Recordemos que nuestra autoridad mostrada por medio de la vara de la corrección alejará aquella necedad ya ligada a sus corazones desde su nacimiento.

Cabe mencionar que, bajo ninguna circunstancia Dios acepta el maltrato verbal, físico o psicológico.  No usemos las escrituras mencionadas como un amparo para ir al otro extremo, porque si nuestros corazones están en la disposición de entender la palabra de Dios, sabremos que él nunca promovería acciones abusivas de los padres hacia los hijos.

El espíritu de las escrituras mencionadas nos hace ver que mientras haya esperanza, debemos aplicar las medidas de corrección para erradicar la necedad en el corazón de nuestros hijos, mantenido a su vez equilibrio de no apresurarnos para destruirlos.

La frase “en tanto hay esperanza” habla sobre aquel tiempo donde aun estén las condiciones apropiadas para la corrección de nuestros hijos, ya que llegará un momento en sus vidas donde se hará mucho más difícil ejercer el castigo, ya que sus mentes y espíritus se habrían endurecido.

Pero la escritura también nos advierte en poner un freno en nuestras reacciones, ya que la indignación, el disgusto y la desilusión por sus comportamientos pudiera llevarnos a responder de forma airada o destructiva hacia ellos. ¡Cuidémonos de no caer aquí!

Si se omite lidiar con la necedad ligada al corazón del muchacho, el mismo se convertirá en un adolescente necio, y un joven necio y un hombre adulto necio.

Para Dios, la necedad (lo cual es lo contrario a la sensatez) no es cosa ligera.  La insensatez habla de alguien sin la sabiduría necesaria, a alguien a quien le hace falta la sabiduría divina para comportarse correctamente en diversas circunstancias.

Esta falta de cordura o insensatez es justamente la conducta que vemos hoy en día en muchos adolescentes y jóvenes en todos lados.  En la presente sociedad vemos mucha maldad, irrespeto, corrupción y muertes y constantemente oímos frases como: “la juventud está perdida”, o “ya los muchachos no respetan”.

Consistente con lo que venimos viendo, Dios tiene un tratamiento que corregiría esta problemática:

“Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová”. Isaías 26:9 – 10

¿Qué vemos aquí? Que siempre y cuando haya juicios en contra de la maldad, la gente aprenderá a ser justa. Siempre y cuando se sancione la maldad, el irrespeto, las malas conductas, habrá hijos que caminen en justicia.

Un llamado urgente

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Hebreos 12:14

La palabra nadie nos incluye como padres y también incluye a nuestros hijos.

Esto no debe urgir a trabajar con ellos, forjándolos según Dios, lo más temprano posible y de manera consistente, antes que la maldad se los lleve rumbo a la muerte para su destrucción eterna.

Vemos que la palabra nos advierte en repetidas ocasiones sobre la destrucción eterna, cuando no dice: “No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá.  Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol”. Proverbios 23:13-14

En otras palabras, mientras ejerzamos la corrección que Dios indica en su palabra, estaremos contribuyendo para que sus almas puedan ver al Señor y sean libradas de la muerte eterna en el infierno (Seol).

Cuando se inicia la debida corrección desde temprano las posibilidades de la vida eterna con Dios son mayores.

Sin embargo, los padres deben cambiar primero.

  • Considere la eternidad como algo serio.
  • Considere la eternidad como un destino interminable.
  • Padres, no sigan ignorando la realidad de arreglar sus vidas con Dios y por ende influir en la vida de sus hijos para que también lo logren a la eternidad con Dios.

Escuche la serie:


Forjando a nuestros hijos según Dios I


Forjando a nuestros hijos según Dios II


Forjando a nuestros hijos según Dios III


Forjando a nuestros hijos según Dios IV

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