5 Poderosas revelaciones sobre la naturaleza pecaminosa que debes conocer

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naturaleza pecaminosa

En este emocionante artículo, nos sumergiremos en el fundamental concepto de la naturaleza pecaminosa, también conocida como la carne o el viejo hombre.

¿Qué es realmente esta fuerza que se rebela contra Dios y contra todo lo que él dice?

Acompáñanos mientras exploramos estas verdades fundamentales, iluminadas por la sabiduría de algunos versículos del capítulo 7 del libro de Romanos.

Descubriremos juntos cómo esta naturaleza que heredamos de Adán es común a todos los seres humanos, excepto a uno: ¡Cristo!

¿Cómo impacta esto en la vida diaria? ¿Qué implicaciones tiene para nuestra relación con Dios? Todo esto y más te espera en las próximas líneas. ¡No te lo pierdas!

Si en la vida de un individuo se identifica algún aspecto o área caracterizada por la rebeldía contra Dios, o si dicho individuo manifiesta una falta de disposición para alinear su existencia con los principios divinos, se evidencia la presencia de desobediencia, desacato o antagonismo hacia lo divino. Estas manifestaciones constituyen un indicativo inequívoco de que la naturaleza pecaminosa ejerce dominio sobre la vida de dicho individuo.

Por la estructura del capítulo 7 del libro de Romanos, ha surgido en la mente de muchos la impresión de que representaba el estilo de vida habitual y corriente del apóstol Pablo. No obstante, es importante destacar que dicho capítulo describe los momentos previos al encuentro del apóstol con Cristo y a la subsecuente superación de su naturaleza pecaminosa. Para comprender adecuadamente este contexto, resulta fundamental la lectura y el estudio conjunto de los capítulos 6, 7 y 8 de Romanos.

1. La naturaleza pecaminosa reside en el espíritu humano.

Romanos 7:17-21
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 
Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

Al poner atención en los pasajes subrayados, es evidente que la naturaleza pecaminosa reside en el espíritu del ser humano. Por consiguiente, se establece la realidad de un individuo que aún alberga en su interior dicha naturaleza pecaminosa.

2. La presencia de la naturaleza pecaminosa conduce al individuo a experimentar una dualidad interna, ya que busca complacer a Dios mientras cae en el pecado.

Romanos 7: 25
Así que, yo mismo con la mente sirvo a la le y de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Este punto es especialmente relevante en personas que se autodenominan cristianos, creyentes o aquellos que han realizado una oración de arrepentimiento y se han entregado al Señor Jesús, participando parcial o activamente en una comunidad religiosa.

Estas personas anhelan transformar sus vidas, pero luchan internamente con una dualidad conflictiva: por un lado, desean complacer a Dios, pero por otro, la persistencia de su naturaleza pecaminosa los lleva a caer repetidamente en el pecado.

Es común que recurran a frases como: “siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse”, sugiriendo que Dios perdona y restaura a aquellos que tropiezan como si fuera de forma indefinida.

El apóstol Pablo experimentó esta realidad antes de su verdadera conversión: servía a Dios, pero también estaba esclavizado por la ley del pecado debido a su naturaleza pecaminosa.

A pesar de conocer la voluntad de Dios, la persistencia de su naturaleza pecaminosa lo llevaba a caer en el pecado con regularidad.

Del mismo modo, muchos asistentes a iglesias hoy en día afirman haber sido convertidos, pero continúan cayendo en el pecado de manera recurrente. Se arrepienten, pero luego vuelven a caer en la tentación, perpetuando este ciclo que nunca los lleva a una vida de total victoria sobre la carne. 

3. La naturaleza pecaminosa constituye la raíz de todos los pecados, impulsando al individuo a pecar.

Romanos 7:15-17
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.

El concepto central es que la naturaleza pecaminosa es la causa fundamental de todos los males. Este principio se encuentra respaldado por las palabras de Jesús en Mateo 15:19, donde él enseña que los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios y blasfemias tienen su origen en el corazón humano.

4. El ser humano carece de la capacidad para superar la naturaleza pecaminosa por sus propios medios.

Romanos 7:19
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

En numerosas ocasiones, las personas formulan resoluciones al comienzo de cada año, comprometiéndose a dejar ciertas prácticas o a adoptar nuevas conductas a partir de esa fecha.

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En algunos casos, estas resoluciones implican abandonar comportamientos pecaminosos. Sin embargo, debido a la persistencia de la naturaleza pecaminosa en sus vidas, vuelven a caer en estas conductas negativas. En otras palabras, a pesar de la sinceridad y la fuerza de voluntad con que se hacen estas promesas, no se logran llevar a cabo debido a la influencia predominante de una fuerza interna que gradualmente conduce al individuo de regreso a dichos comportamientos pecaminosos.

5. Es posible vencer la naturaleza pecaminosa de manera permanente.

Romanos 7:24-25
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.

En esta parte, el apóstol Pablo comprende que vivir con la naturaleza pecaminosa lo conducirá a pecar constantemente, a pesar de sus resoluciones.

Al reconocer su miserable condición, también se da cuenta que el poder de cambio permanente está en Jesucristo quien lo puede librar de aquel cuerpo de muerte. Por ende, Pablo expresa su gratitud a Dios por ofrecer liberación de esta lucha interna.

Dios desea que todos reconozcan esta verdad en sus corazones si la naturaleza pecaminosa los está dominando. Por medio de Jesucristo, es posible ser verdaderamente liberado de la naturaleza pecaminosa.

La libertad del pecado es posible gracias a Jesucristo. No es necesario seguir pecando de manera consistente; hay poder en Él para detener esta práctica de arrepentirse y volver a pedir perdón.

El cristiano puede alcanzar la libertad de la naturaleza pecaminosa ejerciendo su voluntad, acompañado del poder de Jesucristo.

En el siguiente artículo, profundizaremos sobre cómo lograr esta libertad. Requiere esfuerzo, pero el resultado vale la pena. Quienes busquen agradar a Dios encontrarán el entendimiento, la sabiduría y la fortaleza para mantener la victoria sobre el pecado.

Acceda al siguiente artículo para obtener más información sobre este tema.