¿Alguna vez te has preguntado por qué, aun deseando hacer lo correcto, terminas haciendo todo lo contrario? ¿Qué es esa fuerza interna que arrastra a tantos al pecado, incluso cuando desean agradar a Dios? La Biblia tiene una respuesta clara y contundente: es la naturaleza pecaminosa del hombre.
Este concepto, también conocido como la carne, el viejo hombre o el pecado que mora en nosotros, es fundamental para entender la condición espiritual de la humanidad. En este artículo, exploraremos esta verdad a la luz del capítulo 7 del libro de Romanos, y veremos qué dice la Biblia sobre la raíz del pecado, su influencia, y lo más importante: cómo usted puede ser verdaderamente libre de ella.
1. ¿Qué es la naturaleza pecaminosa?
La naturaleza pecaminosa es aquel espíritu rebelde contra Dios y contra todo lo que Él ha establecido. Es algo común a todos los seres humanos, excepto a Cristo, quien fue concebido de forma divina y sin pecado. Esta naturaleza fue heredada de Adán y es la raíz de toda desobediencia y conflicto espiritual.
Comprender esto es vital. Si en la vida de una persona hay una resistencia constante a acoplarse a la voluntad de Dios, si hay rebeldía y desacato, entonces es evidencia de que la naturaleza pecaminosa está viva y activa en esa persona.
2. ¿Estaba Pablo viviendo bajo la naturaleza pecaminosa?
Muchos interpretan Romanos 7 como si el apóstol Pablo estuviera describiendo su vida cristiana normal, como si fuera un creyente que luchaba constantemente con el pecado. Sin embargo, un estudio cuidadoso de los capítulos 6, 7 y 8 muestra que Pablo estaba describiendo su vida anterior a la conversión, antes de experimentar la crucifixión del viejo hombre y la liberación que viene por medio del Espíritu Santo.
Es crucial leer estos capítulos en conjunto para captar el mensaje completo. Pablo no estaba justificando una vida cristiana mediocre o derrotada. Más bien, estaba relatando la frustración de quien desea agradar a Dios pero sigue siendo esclavo del pecado, una condición que puede ser transformada radicalmente por el poder de Dios.
3. La naturaleza pecaminosa habita en el ser humano
En Romanos 7:17-21, Pablo escribe:
“De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.”
Estas palabras revelan que la naturaleza pecaminosa habita en lo más profundo del ser humano. Pablo usa expresiones como el pecado que mora en mí, no mora el bien, el mal está en mí. Todo esto confirma una realidad espiritual: mientras la naturaleza pecaminosa no haya sido erradicada, estará operando desde el interior, influenciando la voluntad y las acciones.
4. Produce una vida doble y conflictiva
Uno de los efectos más evidentes de esta naturaleza es el conflicto interno. En Romanos 7:25, Pablo lo expresa claramente:
“Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”
Esto es especialmente notorio en personas que se identifican como creyentes. Han hecho una oración de arrepentimiento, asisten a la iglesia, desean cambiar, pero viven atrapados en una lucha constante. Por un lado, quieren agradar a Dios, pero por otro, terminan cayendo repetidamente en el pecado.
Esta condición lleva a muchos a justificarse con frases como: “Siete veces cae el justo, y Dios lo levanta”. Aunque Dios es misericordioso, el problema es más profundo: la naturaleza pecaminosa aún no ha sido dominada.
5. Es la raíz de todos los pecados
En Romanos 7:15-17, Pablo revela el origen de sus acciones equivocadas:
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago… ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí.”
Este pasaje demuestra que la naturaleza pecaminosa es la raíz de todos los males. Es la fuente de la mentira, de la ira, del egoísmo, del adulterio, del orgullo. Así como el pecado estaba presente en el corazón de Caín antes de matar a su hermano Abel, esta naturaleza empuja constantemente al ser humano a actuar en contra de la voluntad de Dios.
Este video explica qué es la naturaleza pecaminosa
6. El hombre no puede vencerla por sí mismo
A pesar de los buenos deseos y de las resoluciones sinceras, el hombre no tiene la capacidad de vencer esta naturaleza por sus propias fuerzas. Pablo lo afirma con claridad en Romanos 7:19:
“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.”
¿Cuántas personas han hecho promesas al comenzar un nuevo año? “Ya no voy a hacer esto, voy a cambiar, voy a dejar aquel hábito…” Y sin embargo, vuelven a caer. ¿Por qué? Porque el problema no está solo en la conducta, sino en la naturaleza interna. Si esa raíz no es arrancada, el ciclo del pecado se repetirá una y otra vez.
7. La buena noticia: puede ser vencida permanentemente
Aquí llegamos a la parte más gloriosa del mensaje bíblico. ¡La naturaleza pecaminosa puede ser vencida por medio del Espíritu de Dios! Pablo lo proclama en Romanos 7:24-25:
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro…”
Pablo reconoce su miseria, pero también proclama la victoria. No se trata de una resignación al pecado, sino de una transformación real y permanente que ocurre cuando Cristo gobierna el corazón. Gracias a Jesús, el hombre puede ser verdaderamente libre del pecado.
Esto no es una experiencia mística inalcanzable. Es una realidad posible para todo aquel que se rinda completamente al Señor y permita que su Espíritu haga la obra. Es lo que algunos llaman la perfección cristiana, una vida en la que el pecado ya no tiene dominio, porque la naturaleza pecaminosa ha sido crucificada con Cristo.
Conclusión
La naturaleza pecaminosa es real, poderosa y destructiva. Habita en todo ser humano desde su nacimiento y es la raíz de todo pecado. Produce una vida doble, frustrante y muchas veces hipócrita. Por eso, el primer paso hacia la verdadera libertad es reconocer su existencia.
Pero también hay esperanza. Jesucristo vino para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8) y para hacer libres a los que creen en Él. Por medio de Su Espíritu, cualquier persona puede experimentar una vida victoriosa, sin esclavitud al pecado, sin ciclos repetitivos de caída y arrepentimiento, sino con una transformación duradera.
Si usted está cansado de caer una y otra vez, si desea servir a Dios con un corazón limpio y libre, hoy puede clamar como Pablo: “¿Quién me librará?”, y alzar su voz con gratitud: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”.
¿Desea saber más sobre cómo vivir en libertad espiritual? ¿Quiere experimentar la victoria sobre el pecado en su propia vida? No está solo. Hay un camino, y comienza con rendirse completamente a Cristo.
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